Crecimiento

 

Hierba bajo mis pies, p. 14-15

Bruno-Paul de Roeck

(Tradución libre del alemán) 


En la terapia Gestalt no es relevante saber si ya estás en terapia o no. Lo fundamental es que estés dispuesto a trabajar en ti mismo. Para algunos puede sonar por ejemplo como: "soy gerente (o profesor o trabajador social) y siempre trabajo con gente. Es mi profesión y la quiero desempeñar tan humanamente como me sea posible, ya que que es al mismo tiempo la parte más importante de mi vida. Quiero reconocer con claridad, cómo mis errores hacen que las cosas salgan mal, quizá pueda cambiar algo". Para alguna pareja puede ser este el motivo: "Hemos llegado a un callejón sin salida en nuestra relación. Y esto desde hace mucho tiempo. Queremos romper definitivamente este círculo vicioso. ¿Pero cómo?".

Foto: Nur eine Knospe - René Kriesch

Alguien puede decir: "Me estoy volviendo viejo. El año pasado le he dado muchas vueltas al tema de la muerte. Pero de una forma que me bloquea y que me mata ya mismo. Esto no lo quiero dejar así." O también: "soy tan tímido con otras personas, que casi no me atrevo ni a hacer recados", etc. En este tipo de situaciones inconclusas es donde la terapia Gestalt puede ayudar, porque son situaciones que hay que resolver antes de poder seguir viviendo saludablemente.

 

Un ser humano sano es para mí alguien que tiene un buen contacto con la realidad: con el mundo grande y pequeño entorno a él y dentro de él. Yo mismo me veo justo en medio: entre el ser sano y el enfermo. A veces tiendo más hacia la izquierda y a veces más hacia la derecha. Así les ocurre a la mayoría de los seres humanos, creo yo, y así lo veo también como terapeuta en todos mis clientes.

 

Vivimos en dos planos distintos: el plano de la realidad donde tenemos contacto con nuestras propias emociones, con nuestros sentidos, con aquello que ocurre en nuestro cuerpo o a nuestro alrededor. Por otro lado existe el plano que llamamos intelectual o pensante en el que nos engañamos a nosotros mismo y a nuestro entorno. Este es el espacio donde rumiamos; donde nos ocupamos con lo que los otros pueden pensar, decir o esperar de nosotros. Es el plano donde continuamente nos repetimos a nosotros mismos: "qué no haríamos si no fuera porque...", aquello que desde hace tanto tiempo añoramos; donde nosotros mismo nos herimos sin dar ni siquiera un paso adelante. Es el plano donde nos imaginamos todas las posibles catástrofes que nos esperan a nosotros o a nuestros hijos en la caja de Pandora. Donde nos quejamos de nuestros padres "que nos han obligado a estudiar, o no nos dejaron, de tal forma que ahora..." Es el plano en el que siempre nos movemos en círculo inventando nuevas razones para desenterrar viejos problemas o especulando sobre el futuro... de tal forma que no tengamos que asumir el riesgo de "vivir ahora". Este es el plano donde nos enfermamos a nosotros mismos aterrorizando lo que ahora verdaderamente somos con lo que queremos o deberíamos ser.

 

Los elefantes no intentan convertirse en jirafas o en golondrinas. Los rábanos no intentan convertirse en remolachas. Sin embargo nosotros intentamos ser lo que no somos. Nos ahogamos en ideales inalcanzables o que sólo podemos conseguir a costa de nuestra propia existencia. Caminamos de puntillas para no molestar a nadie y nos enfadamos después si nos duelen los dedos de los pies.

Foto: Na, ob die Afunahme was wird...

René Kriesch

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